Salir o no Salir

Como recordarán Mati venía de un fin de semana con un virus gastrointestinal. La fiebre continuó durante gran parte de la semana. Ya el lunes la pediatra decidió darle un antibiótico para bajar la temperatura, actuar sobre el resfrió y neutralizar una posible infección en el oído (como le había sucedido la vez anterior, que estuvo con mocos).
Esa opción resultó ser la indicada, porque a partir del jueves volvió a ser el de siempre.

Para ser sinceros, yo también tuve mi parte. El viernes estuve muy descompuesto, con un record de 10 visitas al baño, y me fue catalogado (¿casualidad?) un virus gastrointestinal. Por lo tanto, el sábado no había chances posibles de salir. Sólo quedaba el domingo.
Bs As amaneció con cero grados y mi madre festejaba su cumpleaños. Yo ya me sentía mejor y Matias tenía un poco de mocos. Entonces que debíamos hacer: Salir o no Salir.
Era ahí la cuestión. Tomar un taxi a la reunión ida y vuelta, previamente abrigados como para salir al polo sur. O quedarnos en casa y refugiarnos del invierno, para evitar cualquier posibilidad de tener una semana como la anterior. Días agotadores donde nos preocupamos, nos asustamos y consultamos / vistamos médicos a cada momento.

En cambio, el padre asustadizo de las noches con tos y fiebre alta, prefería no arriesgar. Mejor esperar al buen tiempo, quedarnos en familia a jugar y ver televisión.
En un mix de ambas cosas (como generalmente sucede), dejamos dormir al “Tute” su siesta mientras nosotros optamos por relajarnos. Los grados nos dieron una mano subiendo hasta 10 y ya todos más descansados, nos fuimos para el cumpleaños.

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