Sunday, June 25, 2006

Volvemos a jugar por algo


Después de vivir tantos buenos momentos argentinos, hablando estrictamente de la selección de fútbol, tenemos una nueva oportunidad de volver a jugar por algo.
Otra vez estamos entre los ocho mejores, con la salvedad que los cuartos de final serán contra Alemania, la dueña de casa y que está realizando un buen juego colectivo.

A esta altura todo puede pasar, hoy volvimos a demostrar que el equipo esta bien pero sin haber encontrado la solidez buscada. Lo más importante sigue siendo el recambio.
Para la familia el comienzo del día fue bastante complicado, tal cual el partido.
Todavía no repuestos de los resfríos y los mocos, Susú se despertó bastante descompuesta. Tardamos un poco en acomodarnos hasta lograr equilibrar la mañana.
Por suerte Mati estaba tranquilo cuando llegó el médico y siguió así al momento que bajé a comprar los medicamentos. Había mucha gente en la calle, en especial en las panaderías, parecería que si no hay facturas el Mundial se suspendería. Todos desesperados por los sándwich de miga y las porciones de torta, sobre todo las mujeres que van a comprar uno o dos productos y se llevan tres kilos de cualquier cosa.

Después del almuerzo, madre e hijo se hicieron una siestita y yo pude sentarme tranquilo frente a la computadora. Cerca de las 16 aproveché para preparar unos té y despertar a mi mujer, quien se sentía un poco mejor. En cambio, Matias Luka siguió durmiendo un rato más hasta que fue despertado por los gritos del empate.
Ya estando los tres frente al televisor, tratamos de darle libertad al “Tute” para que hiciera las cosas que tuviera ganas de hacer. Primero se sentó con nosotros, mientras se terminaba de despertar, pero al rato bajó a jugar a su alfombrita.

Así se quedó buena parte del cotejo, aunque el ambiente estaba infectado de nerviosismo y él así lo sintió. Por eso, al transcurrir los minutos se fue poniendo más y más fastidioso.
El tiempo suplementario lo encontró recostado sobre su mamá y en dirección a un nuevo relajo, abruptamente interrumpido por el alborotado festejó de gol. Tan fuerte fue el alarido que se asustó y, por primera vez en el Mundial, se puso a llorar.
Recuperado, aguantó hasta el final y un nuevo grito de desahogo, de su papá, originó un nuevo llanto. Podríamos decir que fueron lágrimas de felicidad por el triunfo, no?
Se sufrió, se ganó y ahora hay que mejorar para reencontrar nuestra simpleza. Esa debe ser el arma fundamental para desplegar en el próximo partido.

Octavos de Final: Argentina 2 vs México 1

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