Dime que cargas…

Según mis últimas observaciones en el área familiar, hay una similitud importante a la hora de que cosas carga cada integrante. En este caso, me refiero a la pareja de padres.
Al momento de salir a pasear o simplemente viajar de un punto a otro, el hombre es el encargado de llevar el cochecito. Dentro del mismo ubicamos al bebé y en su parte inferior, donde generalmente hay un lugar para guardar cosas, se depositan abrigos, bolsas y la mochila con los implementos básicos, necesarios para el niño.

En los casos especiales, como por ejemplo la visita al pediatra, la mamá tiene a su hijo a upa. Mientras el papá trata de no olvidar nada dentro de la acumulación de camperas, bolsos, juguetes, bufandas, bolsas con ropa para cambiar, etc. Uno va de acá para allá persiguiendo a la comitiva que deposita las pertenencias en sus brazos.
Con el tiempo, y más aún al observar a otros correligionarios, uno empieza a darse cuenta que la similitud no es coincidencia, sino que cumple un patrón determinado. Y no son justamente los hombres quienes han establecido dichos parámetros.

El único momento donde el varón tiene poder de decisión sobre el sexo femenino, es en los primeros tres años de vida. Donde los instintos dominan a la razón y todavía no pueden ser envueltos por las elaboraciones maquiavélicas.
Hoy en día, mi casa esta regida por una Monarquía Constitucional. Donde Mati es el Rey, quien establece los horarios y rango de actividades. Susú es la Primer Ministro, por lo tanto se encarga de decidir cuales de esas actividades realizar. Y yo soy el Presidente, una figura decorativa que es “consultado” a la hora de “tomar” decisiones y cree participar en ellas. Seguramente, muchas familias deben funcionar así. Hasta podría arriesgar que casi todas.

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