Las primeras complicaciones

El último mes fue el tiempo que más veces vistamos a la pediatra.
En publicaciones anteriores les conté sobre la vez que Mati tuvo 38 grados de temperatura y el día que nos enteramos de la infección en el oído. Todo producto del resfrío que acumuló más de 30 días.

Cuando estas manchitas aparecen uno no sabe si es parte de una alergia o algo más complicado, como por ejemplo una varicela.
Cada vez que uno se da cuenta de estas cosas, siente que le están clavando un puñal en el estómago. No importa si es algo común y fácil de resolver, quisiéramos que siempre estuviera bien. Lamentablemente eso es imposible.
El primer día hablamos con la doctora y nos aconsejo que viéramos la evolución, ya que, suponía que era parte de la misma gripe que había traído el malestar anterior. Dudaba que fuera una alergia al antibiótico o alguna nueva comida (no había probado nada diferente).

Así lo realicé y tras pedirle un turno nos fuimos con Mati para allá.
Por primera vez, el llanto con angustia se hizo presente mientras era examinado. No le gusta que lo anden maniatando para revisarlo.
El diagnóstico no varió del mencionado por teléfono, pero por las dudas nos recetó un remedio contra las alergias. Igualmente si este no era el caso, dicho medicamento no le haría ningún mal y servía tenerlo en el staff de medicinas para el bebé.
Una nueva visita a la farmacia para seguir gastando. No importa el valor mientras nuestro hijo este bien, además durante el primer año cubre el cien por ciento la prepaga.

Son todas nuevas experiencias y nuevos aprendizajes. En uno de estos, aprendimos a diferenciar estas marquitas. Si al estirar la piel desaparecen, no son graves. Si en cambio quedan igual, ya es un asunto más complicado.
En definitiva, nadie dijo que esto iba a ser fácil.
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