Thursday, May 18, 2006

Las primeras complicaciones


El último mes fue el tiempo que más veces vistamos a la pediatra.
En publicaciones anteriores les conté sobre la vez que Mati tuvo 38 grados de temperatura y el día que nos enteramos de la infección en el oído. Todo producto del resfrío que acumuló más de 30 días.

Durante esta semana tuvimos una nueva consulta medicinal, debido a una pequeños puntitos rojos que le aparecieron a Matías alrededor del cuerpo y la cara.
Cuando estas manchitas aparecen uno no sabe si es parte de una alergia o algo más complicado, como por ejemplo una varicela.
Cada vez que uno se da cuenta de estas cosas, siente que le están clavando un puñal en el estómago. No importa si es algo común y fácil de resolver, quisiéramos que siempre estuviera bien. Lamentablemente eso es imposible.
El primer día hablamos con la doctora y nos aconsejo que viéramos la evolución, ya que, suponía que era parte de la misma gripe que había traído el malestar anterior. Dudaba que fuera una alergia al antibiótico o alguna nueva comida (no había probado nada diferente).

Esa misma noche, al revisarlo, vimos que tenía más sarpullido. Entonces resolvimos volver a llamar a la pediatra la mañana siguiente.
Así lo realicé y tras pedirle un turno nos fuimos con Mati para allá.
Por primera vez, el llanto con angustia se hizo presente mientras era examinado. No le gusta que lo anden maniatando para revisarlo.
El diagnóstico no varió del mencionado por teléfono, pero por las dudas nos recetó un remedio contra las alergias. Igualmente si este no era el caso, dicho medicamento no le haría ningún mal y servía tenerlo en el staff de medicinas para el bebé.
Una nueva visita a la farmacia para seguir gastando. No importa el valor mientras nuestro hijo este bien, además durante el primer año cubre el cien por ciento la prepaga.

La madre angustiada nos pasó a buscar por el centro médico y se tomó el resto del día para cuidar al “Tute”, trabajando desde casa.
Son todas nuevas experiencias y nuevos aprendizajes. En uno de estos, aprendimos a diferenciar estas marquitas. Si al estirar la piel desaparecen, no son graves. Si en cambio quedan igual, ya es un asunto más complicado.
En definitiva, nadie dijo que esto iba a ser fácil.

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