Yo, Argentino
Como todos saben, este 24 de marzo se han cumplido 30 años desde el último golpe militar. El más sanguinario y devastador que vivimos en nuestro país y en el resto de América Latina.
Otra demostración de la violencia que otorga el poder desmedido en cualquier tipo de persona y en cualquier parte del mundo.
Siempre procuré informarme acerca de los sucesos que ocurrieron en esos años y traté de asimilarlos de manera personal. De la misma forma que hice con el Holocausto y debería haber hecho con el genocidio Armenio, las violencias étnicas de Bosnia y Sarajevo... Una larga y oscura lista.
Sin embargo, estos últimos días han tenido un nuevo significado para mi.
Al principio no entendía por qué pero desde hace un par semanas cada vez que acostaba a Mati, lo abrazaba, le daba un beso y suavemente le murmuraba “Te Amo”.
En esta horas entendí que mi nueva condición me hacía sentir más cerca del horror y la tristeza seguramente vividos por los Desaparecidos. Por mi cabeza comenzó a redactarse una historia donde irrumpían en mi hogar y brutalmente me arrancaban de mi familia.
Creo que esa fue la peor atrocidad realizada por el proceso.
Alejar a los Padres de sus Hijos y mutilarles la mente haciéndoles saber que no los volverían a ver.
Obligar a los Hijos a vivir en ausencia de sus Padres, las personas más importantes en los primeros años de vida.
Producir una enorme cantidad de chicos con identidad cambiada (nombre, fecha de cumpleaños, etc) lejos de sus historias y sus familias verdaderas.
Pienso en Mati y me desespera pensar que habría pasado si nuestras vidas se hubieran desarrollado 30 años atrás. La muerte debería ser una satisfacción contra el dolor de estar vivo sin poder ver a tu cría, a tus entrañas, a la única verdad que uno puede dejar en este mundo.
Lograr la identificación con quienes más sufrieron es una parte importante. La otra es alcanzar la justicia legal para luego buscar la social y económica.
Nuestra generación tiene la obligación de empezar a planificar como queremos que sea nuestro país. Hay vientos de cambio y hay que aprovecharlos.
Para esto lo principal es poder trabajar y de esa manera lograr la dignidad.
Siendo dignos no nos podemos equivocar.
Entonces cada uno verá que cosas puede, quiere o le parece correcto realizar para ayudar y educar a los demás.

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