Sunday, March 05, 2006

Días distintos


Las vacaciones son días especiales, eso ya lo sabemos. Ahora cuando se trata de las primeras vacaciones en familia (ya no siendo dos, sino tres) son muchas cosas las que cambian.

-Después de muchos años intentándolo por fin logras levantarte temprano para aprovechar más el tiempo. Hay menos siesta y menos noche, sin embargo la TV nocturna se mantiene.
-Dentro de las actividades que planeas para realizar debes tener en cuenta los horarios del bebé y si esas actividades son aptas para él. Por suerte, en Disney los abuelos se hicieron cargo varias veces y pudimos ir a diferentes juegos no aptos para el pequeño, salvo a las Montañas Rusas a las cuales soy reacio (porque me mareo y mal).
-La hora de dormir vuelve a ser compartida como cuando se usaba el catre y mediante una cuna funcional al lado de la cama, la visión de Papá y Mamá (que generalmente acelera el llanto) es mucho más simple.
Habrá que ver que pensamientos se cruzaron por la cabeza de Mati al tenernos todo el día con él. Por ejemplo, que era un fin de semana largo, larguísimo. Que dejamos de trabajar para dedicarnos exclusivamente a él. O que nos desalojaron de nuestra casa y por eso debimos mudarnos.

La verdad, no lo sé. Pero si puedo confirmarles que estaba a pleno y feliz de estar con nosotros mañana, tarde y noche.
En nuestro caso el sentimiento era el mismo. Esos quince días sirvieron para darnos cuenta que somos padres, para ver las cosas nuevas que hace al momento de hacerlas por primera vez (sin que nadie te las cuente al volver del trabajo). Mirar su cara y su sonrisa pícara a cada instante (a esta altura, lo mejor del mundo).
Calculen que ver dos semanas de crecimiento en seis meses, es muchísimo.

La única parte complicada fue al volver, tanto para nosotros como para él. Sabemos que es imposible estar juntos todo el tiempo, estamos acostumbrados a extrañarnos porque cada uno tiene sus responsabilidades o necesidades. Pero una vez que te dan el dulce, es lógico que patalees cuando te lo sacan.

La primer semana, desde la vuelta, sirvió para reacomodarnos. Pasamos por llantos diversos tanto cuando nos íbamos como a la madrugada.
Mati tuvo que volver adaptarse a quedarse con Silvia (la señora que lo cuida) y a dormir nuevamente en su pieza.
Ya estamos de nuevo en camino, aunque el costo-beneficio valió la pena.


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