Friday, February 24, 2006

Un largo Viaje


Al momento de planear las vacaciones, y dentro de las distintas opciones de aerolíneas, se eligió a la empresa “Lan Chile” como la encargada de guiar nuestros destinos, tanto de ida como de vuelta. Un buen precio, acompañado de un buen servicio y un vuelo directo Buenos Aires – Miami, determinó esta elección.
Sin embargo, a los pocos días de haber sacado los pasajes las primeras manchas comenzaron a ser visibles.
Se suspendieron los viajes directos, por lo cual la nueva ruta era Buenos Aires – Santiago – Miami, esto sumaba tres horas más al itinerario.
Nos preparamos para una larga travesía consultando a nuestra pediatra acerca de que medidas tomar con respecto al despegue (por los oídos) y durante el vuelo. Para la primer parte nos aconsejo darle de mamar y después, seguramente, dormiría todo el viaje.
Este comenzó el Viernes 03 a las 17.

Llegamos al aeropuerto tres horas antes para estar tranquilos, sin saber que la frase número uno en la “Burocracia Moderna” nos esperaba, No hay sistemas.
Recién a las 19:15 terminamos los trámites y quince minutos después estábamos embarcando hacia un viaje de casi dos horas.

Parada en Chile, nuevos trámites y cerca de las 23 salíamos a nuestro destino final.
Este fue el peor de los cuatro aviones que tomamos (contando ida y vuelta). Muchas azafatas que no se destacaban en cordialidad y un avión sin las pantallas personalizadas para que uno elija, dentro de la programación, la película que quiere ver. Ocho horas sin poder pegar un ojo y muchos menos los dos al mismo tiempo.

Mati a todo esto seguía durmiendo desde que habíamos despegado de Ezeiza (punto para la Pediatra).
A las 7 hs. de Buenos Aires y 5 AM de Miami, aterrizamos. Inmigración, buscar las valijas, encontrar la salida del aeropuerto e ir a buscar los autos (con el micro que te lleva hasta la terminal). Una vez concluido el alquiler y dividiéndonos en dos vehículos (no se olviden que éramos seis adultos y tres niños), arrancamos para Orlando.
Bueno no exactamente, primero fuimos a desayunar.
Cuando termínanos, ya siendo las 9 AM, emprendimos un viaje de cuatro horas.
Con el cansancio acumulado era muy difícil permanecer mucho tiempo en el auto, por eso mismo hicimos varias paradas. En una de ellas nos detuvimos en un supermercado y mientras afuera se desataba una fuerte lluvia, aprovechamos para realizar las primeras compras.

Recién a las 4 PM del sábado 04 (recuerden que para nosotros eran las 18 horas, es decir un día de constante movimiento) llegamos a Orlando y una hora después estábamos instalados.
Matías ya estaba podrido del auto, el último tramo se la pasó llorando. Al principio se quejaba cada vez que lo volvíamos a subir para ir algún lado. Recién al tercer día pudo despejarse y volver a ser el “Tute” despierto y con energías.
El viaje de vuelta fue revivir el primero, tanto en cansancio como en tiempo. La única y gran diferencia es que regresábamos a lo cotidiano y eso lo hizo aún más pesado. Todavía nos estamos recuperando.

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